Por Francisco Murillo
Hace unas horas, cuando amaneció, los periódicos y la tele llenaron Latinoamérica de indicadores de corrupción, tráfico de drogas, robos, asesinatos, pobreza y demás. Es el desayuno de cada mañana en nuestra región.
Mientras usted, posiblemente, terminaba de leer el diario o ver las noticias de la mañana, más de 200 jóvenes reunidos un instituto público en Guatemala, en Centroamérica, en Latinoamérica, se preparaban para iniciar su jornada en el Primer Encuentro Latinoamericano Juventud y Arte Comunitario.
Es sábado por la tarde y mientras usted procesa el miedo de salir a la calle y hacer sus cosas del día, ellos y ellas conversan, trabajan, se conocen, se abrazan, exponen, tocan música, bailan, cantan, transitan de un lado a otro, se buscan, se encuentran.
Aquí se celebra, desde el pasado miércoles, este encuentro, en el que los jóvenes buscan maneras de transformar la realidad a través del arte.
Las paredes hablan
Dentro del edificio, después de muchas horas de trabajo, las paredes hablan. “Vos tenés llaves para abrir puertas”. “Soy un indignado por tanta historia de dolor, saqueo, violencia, indignado por nuestro silencio y sumisión, un indignado soy”. “Que viva el arte, no más impunidad”. “nuestro aporte es los sueños, es la fuerza, la creatividad”.
Estos son algunos pensamientos capturados del mural de expresión, lugar donde las y los participantes dejan fluir sus ideas. “Poder colectivo. Manos a la obra”. “Hagamos el cambio ya”.
Dentro del Instituto Belén en Guatemala convive una juventud que se sabe latinoamericana, que conoce sus dolores, tristezas y que las quiere cambiar para siempre.
Por eso, trabajan en equipo para construir una realidad distinta, una región de libertad y oportunidades.
Ellas y ellos están dispuestos y han encontrado un punto de encuentro en el arte, una vía donde las diferencias se minimizan, pareciera ser que es el arte un lenguaje que va más allá de las palabras, que conecta corazones, que logra cambios profundos.
Latinoamérica está cambiando. Ellos y ellas tienen la solución de tantos años de injusticias y de conflicto, ellos y ellas lo saben, saben que tienen el arma más poderosa, la que no dispara balas.
Eso, posiblemente, usted no lo leerá en el periódico de mañana, ni en el de pasado mañana. Sin embargo está sucediendo. Latinoamérica esta cambiando y son los jóvenes los que llevan la bandera de la victoria.